martes, 24 de mayo de 2011

`Nunca me Abandones (Never Let Me Go)´, nacer para morir



“Lo que no tengo tan claro es que nuestras vidas sean tan diferentes a las de las personas que salvamos. Todos cumplimos. Puede que nunca lleguemos a entender lo que hemos vivido, o quizá nos ha faltado tiempo.”
-Kathy H. (Carey Mulligan)

Ya el simple hecho de que Mark Romanek, director que hasta el momento sólo nos había deleitado con la más que interesante `Retratos de una Obsesión´ (One Hour Photo, 2002), no tomara finalmente parte en ese despropósito de remake de `El Hombre Lobo´ (The Wolf Man, Joe Johnston, 2010) hizo que mejorara (y mucho) mi percepción de él como realizador. Romanek, que fue inicialmente el elegido para actualizar las andanzas del hombre lobo con Benicio del Toro como protagonista, se retiró de la producción en base a unas “diferencias creativas” con los productores, que sentaron en la silla de director al mucho más manejable e impersonal Joe Johnston (`Océanos de Fuego´, `Jurassic Park 3´), al cual no considero mal director, pero que poco pudo hacer para salvar el desastre de una producción que tenía buenos ingredientes, pero se notaba muy manoseada y retocada hasta el punto de caer en la incoherencia y el ridículo (algunos de sus efectos especiales eran de risa).
Por eso, y visto ya el desastre de la película de Johnston (o de los productores, o de vete tú a saber quién), estaba especialmente interesado en ver el nuevo trabajo de Romanek, que ha resultado ser ni más ni menos que una película pequeña, íntima y personal, basada en la novela de Kazuo Ishiguro, de la que dicen los detractores de la adaptación que desperdicia enormemente su potencial, algo en mi opinión sólo apreciable si has leído la novela, pues la película se nota estupendamente coherente y completa tal y como está. La historia se centra en Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Adrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley), tres muchachos que se crían en un internado inglés aparentemente idílico, donde al llegar a cierta edad descubren la aterradora verdad de su existencia: no son más que clones de otras personas, criados como ganado para, al llegar a cierta edad, empezar a donar sus órganos vitales hasta morir. Entonces habrán “cumplido”.
Cabe destacar que aunque `Nunca Me Abandones´ está desarrollada en un universo ficticio (más bien una realidad paralela) y toca el tema de la clonación entrando así en el terreno de la ciencia ficción, no se siente para nada como una película futurista, y desde luego poco tiene que ver con la entretenida producción de Michael Bay `La Isla´ (The Island, 2005), con la cual comparte el punto de partida y ahí se quedan las similitudes. Porque mientras que aquella producción se convertía en ruido y persecuciones al cabo de pocos minutos, aquí lo que reina es la tranquilidad y pasividad por parte de unos seres que no luchan en ningún momento por escapar a su cruel destino. Porque los han criado así, porque lo aceptan, he incluso están orgullosos de ello. La lucha no entra en su vocabulario, ni la resistencia, aunque eso (como bien dice Kathy al comienzo de la película) no quiere decir que sean maquinas, que no sufran y padezcan, y que su cruel existencia les resulte fácil. Ahí está el meollo del asunto.
Romanek, con suma inteligencia, analiza a estos tres infelices personajes desde su misma niñez, sin en realidad meterse a hablarnos sobre cosas como el conflicto ético de matar a unas “personas” para salvar a otras, ni tampoco carga las tintas en el egoísmo de una humanidad empeñada en engañar eternamente a la muerte, sin aceptar que forma inevitablemente parte de la vida. Todo eso está, pero no interesa y por ello se evita, lo que interesa es el drama humano (repito: humano) de estos tres personajes abocados a tan cruel destino: nacer para morir. Y es esto  no es más que un pequeño drama sobre personas que en realidad no se diferencian en nada a nosotros (como bien dice Kathy en el desenlace de la cinta), y que sólo intentan encontrar desesperadamente la felicidad en su fugaz y miserable vida, antes de que sea demasiado tarde.

Es por ello por lo que el amor, los celos y las traiciones inundan la relación entre los tres personajes, especialmente por la intervención de Ruth (más que correcta Keira Knightley) que se interpone en el amor en ciernes entre Kathy y Tommy, un amor puro y verdadero, no porque sea mala persona, sino porque teme desesperadamente morir sola (como efectivamente ocurre en una de las escenas más crueles que un servidor ha visto en mucho tiempo en una pantalla de cine). Pero inevitablemente, Kathy y Tommy acaban estando juntos, pues era su destino desde un primer momento, aunque sólo para tener que separarse definitiva y dolorosamente al poco tiempo (convirtiendo su amor en algo si cabe aún más amargo y triste), dándose cuenta de que han desperdiciado el tiempo por no atreverse a hacerlo antes (por cobardía, por indecisión), y descubriendo la triste verdad: que la vida nunca da aplazamientos.
Sin duda con lo que más me quedo de esta maravillosa película, además del descubrimiento como actriz de Carey Mulligan (en `Wall Street: El Dinero Nunca Duerme´ no me gustó nada, me pareció que siempre ponía la misma cara de tontita, lo cual igual no ha cambiado demasiado aquí pero le pega más al personaje), es con toda su descorazonadora y completamente desesperanzadora parte final, que te deja literalmente hecho mierda (por mucho que sea un momento presagiado desde el mismo comienzo de la película). La música de Rachel Portman es deliciosa, te llega hasta el alma, y el momento en el que Tommy (aplaudible Adrew Gardfield, ya tengo ganas de verle en  `The Amazing Spider-man´) grita desesperadamente al vacio, así como la escena del quirófano, me puso el bello de punta (qué coño, incluso se me escapó una lagrimita). Dan ganas de gritar, de luchar, de evitar de alguna manera tamaña injusticia. Pero es de la vida y no de la clonación de lo que habla `Nunca me Abandones´, y la vida no es justa.

Por eso, como Kathy, acostumbramos a agarrarnos a cualquier ínfimo recuerdo de felicidad con tal de hacer nuestra existencia más llevadera, y por eso es tan difícil no implicarse en películas como esta, que sin ser realmente perfecta resulta un intachable drama humano: pequeño, intimo, triste, descorazonador y doloroso, muy bien dirigido, con una banda sonora y fotografía magnificas, y unas actuaciones a la altura de lo esperable, que deja poso una vez has salido del cine.

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